Al norte de la ciudad de Mérida existen un lugar muy hermoso, lleno de flores, de paz y lo mejor de todo lleno de silencio... el Jardín Botánico.
Particularmente amo este lugar, siempre que voy encuentro algo nuevo que fotografiar y me sorprende el darme cuenta que nunca lo termino de conocer bien, por lo que descubrí que realmente no soy tan detallista como siempre pensé que lo era, pero eso es bueno, ya que nunca me aburro de ir.
La última vez que fui, uno se los profesores a cargo del Jardín me vio y me sonrío diciendo que me veía tan feliz y que se notaba que disfrutaba estando ahí, sólo le contesté con una sonrisa, pero esa sonrisa le decía: lo soy...
Apenas las personas entran se tranquilizan, se les nota que respiran más profundo, y a los niños se les ve en la cara las ganas de salir corriendo y tirarse en la grama, no es por nada, pero tirarse en la grama es la mejor parte, a mi me gusta buscar figuras en la nubes, pero lo mejor de todo es acostarse debajo de un árbol y ver como se cuela los rayos de luz a través de las hojas, sin duda es un momento mágico, un momento que solamente yo entenderá probablemente, pero no me importa, porque es mi visita al jardín y es mi tiempo.
Para finalizar les presento el primer vídeo que hago con algunas de las miles de fotos que he tomado, la canción de fondo se llama Tréboles de Aterciopelados, espero que lo disfruten, pero lo que realmente deseo es que lo visiten y encuentren la paz que yo he encontrado en sus senderos.
También puedes visitar mi Galería del Jardín Botánico aquí